Este 14 de septiembre es el Día del Charro, entrevisté a Ramón Ibarría Orozco, mejor conocido como el “Gordo”, porque él y su familia es un referente en cuanto a la charrería vallartense se refiere y sin más preámbulo aquí se las dejo.
- Ramón ¿Cómo empezaste en la charrería?
Bueno, desde chicos andábamos dentro de la cosa del trabajo del ganado, ya había ruedos en todas las partes del municipio de Vallarta y ahí en la Zanja Vieja íbamos a pialar cada domingo en ciertas partes Las Juntas, Ixtapa a donde nos invitaban, íbamos y ahí nos fuimos yendo y ya de repente ya se hizo el lienzo charro que nombramos nosotros el Sheraton, dónde está el Sheraton y ahí fue donde empezamos ya a aprender las suertes de la charrería, la charrería actualizada.
Nosotros no teníamos nada sólo éramos vaqueros, nomás tirábamos así vaquereando, entonces mi papá trajo a Noé Vallejo como instructor; una persona mucho muy capaz, muy buena, de los pocos instructores que yo he visto son eficientes y buenos.
Él nos enseños a dar todo sencillito, porque nosotros ya teníamos unos 12 o 13 años cuando mucho y un pialecito: “párate linda, párate vaca…” y metíamos un orito, todo sencillo… todo sencillo y pues ahí nos fuimos ya formalmente el equipo que normalmente se componía el que charreábamos, era mi tío Prieto, mi papá, el “Chato” mi hermano y yo y también Daniel, estaba chico todavía el hijo de mi tío Prieto. El equipo se sigue formando poco a poco…
- ¿Cuál ha sido la suerte que más te ha gustado trabajar?
Bueno las manganas son muy picosas y cuando empezamos yo era el que llevaba las manganas sencillas, o se acostumbraba las manganas de una pasada en ese entonces y los piales nosotros salíamos.
Por ejemplo, yo pialaba, coleaba y manganeaba a pie y a caballo y cada quien… Conrado Reynoso también era uno de los que empezaba también, un buen jinete, un buen floreador
- Se dice que tú pialabas sin manilla
Pues sí, es que yo nunca aguante la manilla yo trabajaba mucho a caballo y yo tenía las manos gruesas y me estorbaba mucho la manilla, nunca me acostumbré a ella, sentía que no me había falta. Había yeguas buenas, no del calibre de estas que estaban muy livianitas, estaban las mentadas veladoras y las chillonas.
- Se platica que una te abrió, te rompió la piel y en vez de ir con los de la medicina, te echaste un chorro de tequila ¿es cierto?
Ahí en Estados Unidos de 4 a 5 veces que fuimos, tenían un caballo pinto muy famoso, como un percherón, por ahí fuimos a calentar porque íbamos a competir, llegamos un viernes y el sábado íbamos a competir y pues más o menos era bueno ese tiempo y le agarre las patas y muy bueno el pinche caballo. Le bajé una, dos, tres vueltas y no lo paré la mera verdad y me levantó el cuero de toda la palma de la mano y me aguante.
Al otro día me tocó competir y mi papá y mi tío Prieto me dieron a tirar piales de nuevo y yo ya no quería, pero era el más apuntadillo y empecé y agarré otro pial y si lo detuve y me tocó ese día también mangana y terna y también lo hice.
Donde ya no la hice fue en las manganas que tumbé la primera, pero ya la segunda ya no pude tumbarla me quedó la mano hecha pedazos llenas de sangre y los güeros allá me querían internar y les dije nunca vengo y ahora que vengo voy a estar guardado en un hospital. Daniel andaba fregado de un dedo y más adelante nos echamos un tequia y se nos olvidó cuando menos, pero muy buen caballo.
- Ramón ¿Qué ha sido dentro de la charrería lo que te ha dado la satisfacción más grande?
Bueno pues eso ya es una cosa que yo creo que ya lo traíamos desde la carrillera de nuestros padres, los que todo el tiempo manejando ganado y eso y haciendo por el rancho nos ha dado todo lo del rancho y puro ganado y ahí andábamos, era puro de campo de los animales y eso y no sé hacer otra cosa que sacar animales. Pero ahorita ya no se puede
- Tú, como charro ¿Qué es lo que te ha gustado dentro de la charrería?
Bueno es muy bonita la charrería, tiene mucha disciplina, hacemos muy buenos amigos y pues a mí casi todo me gusta.
Te relacionas mucho con grandes amigos de otras partes de nivel nacional y es donde hemos andado, es muy bonito tener amistades donde quiera. A mi papá todo el tiempo le gustó; a la familia Ibarría le ha gustado todo el tiempo hacer amigos, hacer amistad, llámense tradición todo eso lo que vemos metido por mi tío y mi padre que nos metió en la cabeza que a al amigo hay que atenderlo y para recibir necesitas dar, ese era el lema de mi padre.
- ¿Qué es lo que no te ha gustado de la charrería?
Bueno pues… Noooo… Todo me ha gustado, uno agarra cierta edad y va agarrando la bajada y ya de la charreada sales muy noche y a veces te llegan las enfermedades. Yo tengo 70 años ahorita.
- ¿Sería la impuntualidad?
Sí, pero ahí andamos, de todas maneras acudimos a las charreadas cuando se puede, nos da mucho gusto saludar amigos y ver a todo tipo de personas, a los grandes amigos y de todo tipo de clase.
Qué mensaje mandas, como hace ocho días que vimos a las nuevas generaciones que vienen subiendo, tus nietos, tus sobrinos nietos, todos ellos y más chavos que vienen ahí… que vienen empezando hay gente que va haciendo un sacrificio para que sus hijos charrien porque ellos jamás fueron charros y no se imaginaban que su hijo le iba a gustar este deporte es bastante caro
- ¿Qué mensaje les mandas para que destaquen?
Primero que le echen muchas ganas a esto porque esto es mucha educación y te sacan de muchos baches que a veces se desvía uno, que no deben agarrar los jóvenes y que ya ahorita con tantas cosas malas que hay para la juventud, en vez de estar con la televisión, el nintendo y esas cosas, que le metan ganas a la charrería.
Esto es bonito, efectivamente es mucho muy caro, pero a veces queriendo todo se puede. Hay amigos aquí, amigos allá y a todos los muchachitos que le metan con ganas, todo es muy bonito y esto es la tradición de México que somos mexicanos y que la guerra se hizo a caballo.